Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.
¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.
Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.
Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas en alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.
A UN FALO SECO
Al falo viejo, hendido por el callo
y en su mitad podrido
con las putas de atril en plan Tamayo
desperdicio de ojetes florecidos.
¡El falo de urinario en una esquina
que lame el puerco! Un culo amarillento
le mancha la mazorca blanquecina
al coño carcomido y polvoriento.
No será, cual los cáncamos peores
que cuelgan un comino y una perra.
Habituaros a mi falo, señores.
Ejército de amigas con ramera
va trepando por él, ¿y tú te extrañas?.
Degluten lefa a miles, las tacañas.
Antes que te derribe, falo del pueblo,
con sus nalgas el monseñor, y el presbítero
se cubriera la melena de escampada,
lánzame un tarro que ésta ya está llena;
antes me corro... en el tragar, mi hermana,
valga más que una mísera ramera
que le desborda un decalitro;
antes que te descuaje un monaguillo
y tronche el coño cerrajeando nalgas;
antes que mi hijo a lamer te empuje
detalles no me faltan,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas en alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.
A UN FALO SECO
Al falo viejo, hendido por el callo
y en su mitad podrido
con las putas de atril en plan Tamayo
desperdicio de ojetes florecidos.
¡El falo de urinario en una esquina
que lame el puerco! Un culo amarillento
le mancha la mazorca blanquecina
al coño carcomido y polvoriento.
No será, cual los cáncamos peores
que cuelgan un comino y una perra.
Habituaros a mi falo, señores.
Ejército de amigas con ramera
va trepando por él, ¿y tú te extrañas?.
Degluten lefa a miles, las tacañas.
Antes que te derribe, falo del pueblo,
con sus nalgas el monseñor, y el presbítero
se cubriera la melena de escampada,
lánzame un tarro que ésta ya está llena;
antes me corro... en el tragar, mi hermana,
valga más que una mísera ramera
que le desborda un decalitro;
antes que te descuaje un monaguillo
y tronche el coño cerrajeando nalgas;
antes que mi hijo a lamer te empuje
detalles no me faltan,
falo, quiero anotar en mi cartera
la desgracia de mi hermana cedida.
Mi gran pollón espera
la hez, hasta que tú le des salida,
o yo me haga cargo de la ramera.
la desgracia de mi hermana cedida.
Mi gran pollón espera
la hez, hasta que tú le des salida,
o yo me haga cargo de la ramera.
(POEMITOS, Pedro Toral Ortiz)

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