RIMAS DEL LIBRO DE LOS CABRONES

RIMAS DEL LIBRO DE LOS GORRIONESVII

Del salón, en el ángulo oscuro,
de su dueño tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo,
veíase el arpa.

¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas,
como el pájaro duerme en las ramas,
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarlas!

¡Ay! -pensé-. ¡Cuántas veces el genio
así duerme en el fondo del alma,
y una voz, como Lázaro, espera
que le diga: "¡Levántate y anda!"

VII
Del putón, en el lado del culo,
de su dueño, tal vez miccionada,
golosa y abierta a un buen polvo,
veíate, guarra.

¡Cuánta falota tragabas, cerda,
como mi falo duerme en tu nalga
esperando la mano que mueve,
que sabe escamparla!

¡Ay! -pensé-. ¡Cuántas heces del gremio!
Así, tan de repente: ¡cabalga!
y una voz, como Lázaro, espeta:
"¿Qué te digo?... ¡Levántate y traga!"


XI

"Yo soy ardiente, yo soy morena,
yo soy el símbolo de la pasión;
de ansia de goces mi alma está llena.
¿A mí me buscas?” “No es a ti, no.”

“Mi frente es pálida; mis trenzas, de oro;
puedo brindarte dichas sin fin;
yo de ternura guardo un tesoro.
¿A mí me llamas?” “No; no es a ti.”

“Yo soy un sueño, un imposible,
vano fantasma de niebla y luz;
soy incorpórea, soy intangible;
no puedo amarte.” “¡Oh, ven; ven tú!”

XI

“Yo soy caliente” “Yo soy la perra”
“Yo soy el símbolo de la pasión”
“De ansia de heces mi boca está llena”
“¿A mí me buscas?” “No es a ti, no.”

“Mi frente es fálica; mis trenzas...” “¡Me corro!”
“Puedo brindarte orina sin fin”
“Yo de espesura, un litro sólo”
“¿A mí me llenas?” “No; no es a ti.”

“Yo veo tu coño: es plausible”
“Siempre que escampas te llenas tú”
“Soy hiperzorra, soy tan asible...”
“No hay vida en Marte” “¡Hoy vi Ben-Hur!”

XIV


Te vi un punto, y flotando ante mis ojos
la imagen de tus ojos se quedó,
como la mancha oscura, orlada en fuego,
que flota y ciega si se mira al sol.

Adondequiera que la vista fijo
torno a ver sus pupilas llamear;
mas no te encuentro a ti, que es tu mirada:
unos ojos, los tuyos nada más.

De mi alcoba en el ángulo los miro
desasidos fantásticos lucir;
cuando duermo los siento que se ciernen
de par en par abiertos sobre mí.

Yo sé que hay fuegos fatuos, que en la noche
llevan al caminante a parecer;
yo me siento arrastrado por tus ojos;
pero adónde me arrastran, no lo sé.

XIV
Te vi, puto, y follándote a dos cojos
el glande de otros cojos se enervó.
Cuando la mancha escurra, varada luego,
¿qué importa, perra, si tan putas son?

Adondequiera que se atisba un dildo
torno a ver sus pupilas... ¡y a mear! ;
mas, ¿no te encuentro así como esclatada?
Unos cojos, los tuyos nada más.

De mi falota en el culo los mino
descosido: ¡fantástico ardid!;
cuando duermo, lo siento que se cierren
¡de par en par sobre mí!

Yo sé que hay riegos vacuos, que en la noche
llevan a masturbarse al padecer;
yo me siento saciado por tus cojos
pero, ¿hasta dónde llenan?... no, no. Sed.

XXXII


Pasaba arrolladora en su hermosura,
y el paso le dejé;
ni aun a mirarla me volví, y, no obstante,
algo en mi oído murmuró: “Esa es.”

¿Quién reunió la tarde a la mañana?
Lo ignoro; sólo sé
que una breve noche de verano
se unieron los crepúsculos y… fue.

XXXII
Pasaba una zorra: “¡con polla dura!...”
así la saludé;
ni aun a mirarla me volví y, no dilatante,
“algo me ha dolido”, murmuró; “es la hez.”

“¿Quién reunió semejante escampada?”
“me corro, cállate”
y así fue que una noche de verano
se unieron allí varios culos y... hez.

XLI

Tú eras el huracán, y yo la alta
torre que desafía su poder.
¡Tenías que estrellarte o abatirme…!
¡No pudo ser!

Tú eras el Océano y yo la enhiesta
roca que firme aguarda su vaivén:
¡Tenías que romperte o que arrancarme…!
¡No pudo ser!

XLI
Tú eras, sin más, tan alta
zorra que desafías a joder.
Tenías que reventarte al irte...
¡No tuvo sed!

Tú eres el ¡Oh, qué ano!, y yo la enhiesta
polla que firme aguarda: “vamos, ven.
¿Tenía que romperte o defecarte?...”
¡No tuvo sed!

XLII


Cuando me lo contaron sentí el frío
de una hoja de acero en las entrañas;
me apoyé contra el muro, y un instante
la conciencia perdí de dónde estaba.

Cayó sobre mi espíritu la noche;
en ira y en piedad se anegó el alma…
¡Y entonces comprendí por qué se llora,
y entonces comprendí por qué se mata!

Pasó la nube de dolor…, con pena
logré balbucear breves palabras…
¿Quién me dio la noticia…? Un fiel amigo…
¡Me hacía un gran favor…! Le di las gracias.

XLII
Cuando me la clavaron sentí el frío
de una polla de acero entre mis nalgas;
me apoyé sobre ella, y un instante
la conciencia perdí de dónde estaba.

Cagó sobre mí, in situ, anoche;
-la Isa está en edad de tragarla...-
y entonces comprendí por qué tan zorra,
y entonces comprendí por qué tan guarra.

Pasó la nube de dolor..., con pena
logré balbucear breves palabras...
¿Quién metió su puntita?: un fiel amigo...
¡Me hacía un gran favor!: abrí las nalgas.

XLIV

Como en un libro abierto
leo de tus pupilas en el fondo;
¿a qué fingir el labio
risas que se desmienten con los ojos?
¡Llora! No te avergüences
de confesar que me quisiste un poco.
¡Llora; nadie nos mira!
Ya ves: yo soy un hombre… ¡y también lloro!

XLIV
Como un litro, eh... ¿acierto?;
Creo que tú lo asimilas todo.
¿A qué pedir un rabo
si no habrá quien te llene hasta el fondo?
¡zorra! No te avergüences
de confesar que te tragaste un poco.
¡Zorra; nadie nos mira!
¡pardiez, soy un hombre... y también me corro!

LI


De lo poco de vida que me resta,
diera con gusto mis mejores años
por saber lo que a otros
de mí has hablado.

Y de esta vida mortal…, y de la eterna
lo que me toque, si me toca algo,
por saber lo que a solas
de mí has pensado.

LI
De lo poco de vida que me resta,
diera con gusto mis mejores anos
por saber lo que a otros
de mí has hablado.

Y de esta enrojecida, total, tan tierna...
lo que me toque, si me toca algo,
por saber lo que... ¡zorra,
para mí te has pasado!

LIII

Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán;
pero aquellas que el vuelo refrenaban,
tu hermosura y mi dicha al contemplar;
aquellas que aprendieron nuestros nombres,
ésas… ¡no volverán!

Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde, aún más hermosas,
sus flores abrirán;
pero aquéllas cuajadas de rocío,
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer, como lágrimas del día…,
ésas… ¡no volverán!

Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón, de su profundo sueño
tal vez despertará;
pero mudo y absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido…, desengáñate:
¡así no te querrán!

LIII
Volverán las obscenas mandarinas
en tu calzón los pijos a posar,
y otra vez palanganas y orinales
irán a fornicar;
pero aquellas que el abuelo orinaba,
-¿estás segura? ¿te la vas a tragar?-
aquellas que lamieron hasta el borde,
ésas... ¿no se hartarán?

¿Volverá su estúpida madre a verlas?
De tu orín, las guarras, ¡a tragar!
y otra vez a la tarde, aún más zorras
sus flores abrirán;
pero aquéllas cuajadas de rocío,
cuyas gotas mirábamos tragar
y lamer hasta que escocía,
ésas... ¿no se hartarán?

Volverá el pollón a tus oídos
escampadas ardientes a sonar;
tú, putón, vuelve luego
tal vez dilatarás;
pero empujo y absorbo y de rodillas,
¡como hay dios que me la vas a chupar
como siempre he querido!..., ¡desengánchate
o no te podré llenar!

LVI


Hoy como ayer, mañana como hoy,
y ¡siempre igual!
Un cielo gris, un horizonte eterno,
y ¡andar…, andar!

Moviéndose a compás, como una estúpida
máquina, el corazón;
la torpe inteligencia del cerebro
dormida en un rincón.

El alma, que ambiciona un paraíso,
buscándolo sin fe;
fatiga sin objeto, ola que rueda
ignorando por qué.

Voz incesante con el mismo tono
canta el mismo cantar;
gota de agua monótona que cae
y cae sin cesar.

Así van deslizándose los días,
unos de otros en pos,
hoy lo mismo que ayer…, y todos ellos
sin goce ni dolor.

¡Ay!, a veces me acuerdo suspirando
del antiguo sufrir…
Amargo es el dolor pero siquiera
¡padecer es vivir!

LVI
Hoy como ayer, mañana como hoy,
y ¡siempre igual!
Un falo así, un recipiente lleno,
y ¡tragar..., tragar!

Moviéndose a compás, como una estúpida:
vagina en erupción.
La torpe pregunta si se la meto:
¡pregunta a mi pollón!

La nalga, que ambiciona un buen dildo
buscándolo sin fe;
utiliza este objeto: hola, ¿recuerdas?...
tragándotelo pues.

Voz incesante con el mismo tono
canta el mismo cantar;
gota de semen monótona que cae
y cae sin secar.

Así van deslizándose los días
unos de o... cof, ¡qué tos!
hoy lo mismo que ayer... y todos ellos
sin goce y con dolor.

¡Ay!, a veces me duermo goteando
inútil elixir...
amargo es el dolor pero, ¡ramera!
¿me dejarás dormir?

LXXIX


Una mujer me ha envenenado el alma;
otra mujer me ha envenenado el cuerpo;
ninguna de las dos vino a buscarme;
yo, de ninguna de las dos me quejo.

Como el mundo es redondo, el mundo rueda.
Si mañana, rodando, este veneno
envenena a su vez, ¿por qué acusarme?
¿Puedo dar más de lo que a mí me dieron?

LXXIX
Una mujer me ha reventado las nalgas;
otra mujer me ha reventado el cuerpo;
ninguna de las dos vino a llenarme;
yo, de ninguna de las dos me quejo.

Como el culo es redondo, el culo rueda.
si mañana rodando está lleno,
estará lleno de hez, ¿por qué acusarme?
¡puedo heder más de lo que a mí me hedieron!



(POEMITOS, Pedro Toral Ortiz)

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