MIERDA DE ARTISTA: A MODO DE EDITORIAL



Es literal. Excrementos del artista Piero Manzoni enlatados, listos para llevar. Llenó noventa latas de arte. Aunque había hecho obras figurativas (entre ellas, un autorretrato que más tarde destruyó) pasará a la historia por su lote de latas, expuestas en grandes museos como Tate Gallery de Londres.

Unos dicen que el contenido no puede ser mierda porque habría estallado por el gas metano. Quizás Piero no tenía gases innobles enfilando su recto.
Otros dicen que se han llegado a pagar 124.000 euros por una lata, que nadie se atreve a abrir.
Otros dicen que es una mierda la “mierda de artista”. Tienen razón, por lo obvio.
El caso es que dicen, a favor o en contra, pero dicen. ¿Eso es arte? ¿Que hablen de uno aunque sea bien?...

En su página encontraréis otras propuestas del autor que, para mí, son mejores que usar las deposiciones como arte (por ejemplo, la Línea infinita), pero no deja de ser una metáfora de lo que nos venden por ese tubo de desagüe que es la televisión: el gran invento usado como mingitorio. Hay nombres propios de mierda enlatada actualmente, mirándote a los ojos mediante la catódica pantalla. Ya sabéis…

Se pretende con este blog dar voz y espacio en la red a un artista que, como Manzoni, cruzó barreras de riesgo, pasando inadvertido para el gran público: Pedro Toral Ortiz.

La gran cagada de Piero Manzoni fue en 1961. Pedro Toral Ortiz tenía entonces 33 años y ya estaba relacionado con la vanguardia de aquí y de allá, sobre todo con el gran Oliverio Girondo. Si se hubiesen conocido (todo es posible), serían amigos.

-Hola, ¿En qué trabajas ahora mismo?
-Disecciono la intersección entre arte y obscenidad, enlatando mi propia mierda para venderla en las exposiciones
-No, pregunto que en qué trabajas...
-En eso...
-Ah... me gusta.

El poeta vivió de cerca la fragua donde ardía el verso de sus contemporáneos. Conoció exilios físicos y mentales. Apátrida mordaz y socarrón, hiló fino humor en publicaciones como La Cervantiana (que no pasó del primer número) y otras propuestas de vanguardia donde tuvo vía libre para sodomizar la poesía de sus amigos y admirados poetas ilustres, renovando el significado y, a veces, dignificando el desmadre.

Después aparecía aquí o allá, sin permitir nunca que le hicieran una fotografía y sin firmar lo que publicaba.

Y después, nada. No sabemos si está o no. Por edad, podría vivir todavía, aunque muy mayor. Según su primer poema publicado, Así es como yo lo veo, nació en 1928, en Madrid. Pero todo lo que dicen o dice de sí mismo es susceptible de cuarentena, ya que "escribo para destruir los mitos y así amarlos en su esencia."

¿Qué fue de Pedro Toral Ortiz? Desde que llegaron a mis manos un par de poemas de su colección Poemitos (¡brutales versiones de clásicos intocables!) no he podido dormir ni dejar de preguntármelo. Si alguien conoce su legado, espero que me lo haga saber. Tengo mucha curiosidad, sobre todo, por su obra más "convencional", si es que hay algo así en su producción literaria.

Aunque en Poemitos, al parecer, sólo publicó sus versiones (demoledoras, que iré subiendo en rojo) voy a incluir aquí los poemas originales (en gris) de donde parten dichas versiones, porque si se compara con el original todavía queda más patente la osadía. Hoy en día sería impensable la publicación de este libro.

Este blog propone una búsqueda de su obra para compartirla desde aquí, una ventana abierta al nuevo siglo con una voz que le pertenece, por rompedora y audaz. Por viva.

La voz de Pedro Toral Ortiz:




RECESOS Y ERUPCIONES DEL TUNANTE

VERSOS Y ORACIONES DEL CAMINANTE
Preceptiva poética
III


Más bajo, poetas, más bajo...
hablad más bajo
no gritéis tanto
no lloréis tan alto
si para quejaros
acercáis la bocina a vuestros labios,
parecerá vuestro llanto
como el de las plañideras, mercenario.


RECESOS Y ERUPCIONES DEL TUNANTE
Receptiva pollética
III

Más bajo, poetas, más bajo...
mamad más bajo
no gritéis tanto
no lloréis tan alto
si para escamparos
acercáis mi morcilla a vuestros labios,
parecerá vuestro ano
como el de las rameras: id tragando.



(POEMITOS, Pedro Toral Ortiz)

¡QUÉ LLENA!

¡QUÉ PENA!

¡Qué pena si este camino fuera de muchísimas leguas
y siempre se repitieran
los mismos pueblos, las mismas ventas,
los mismos rebaños, las mismas recuas!

¡Qué pena si esta vida nuestra tuviera
-esta vida nuestra-
mil años de existencia!
¿Quién la haría hasta el fin llevadera?
¿Quién la soportaría toda sin protesta?
¿Quién lee diez siglos en la Historia y no la cierra
al ver las mismas cosas siempre con distinta fecha?
Los mismos hombres, las mismas guerras,
los mismos tiranos, las mismas cadenas,
los mismos farsantes, las mismas sectas
¡y los mismos, los mismos poetas!

¡Qué pena,
que sea así todo siempre, siempre de la misma manera!


¡QUÉ LLENA!

¡Qué pena si el decalitro fuera de muchísimas lenguas
y siempre se repartieran
los litros luego las mismas perras
los litros escasos las mismas cerdas!

¡Qué verga!, si esta verga tuviera
-esta verga nuestra-
mil anos de complacencia.
¿Quién iría hasta el fin escurriéndola?
¿Quién la soportaría toda sin protesta?
¿Quién lleva diez litros en la boca y no la cierra
al ver las mismas zorras siempre con la misma verga?
Los litros sobre las mismas perras,
Los litros tirados a las mismas lenguas,
¿y los litros de antes?, las bocas secas
¿y los litros, los litros extras?

¡Qué pena,
que sea así todo siempre, siempre la misma zorra llena!



(POEMITOS, Pedro Toral Ortiz)

RIMAS DEL LIBRO DE LOS CABRONES

RIMAS DEL LIBRO DE LOS GORRIONESVII

Del salón, en el ángulo oscuro,
de su dueño tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo,
veíase el arpa.

¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas,
como el pájaro duerme en las ramas,
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarlas!

¡Ay! -pensé-. ¡Cuántas veces el genio
así duerme en el fondo del alma,
y una voz, como Lázaro, espera
que le diga: "¡Levántate y anda!"

VII
Del putón, en el lado del culo,
de su dueño, tal vez miccionada,
golosa y abierta a un buen polvo,
veíate, guarra.

¡Cuánta falota tragabas, cerda,
como mi falo duerme en tu nalga
esperando la mano que mueve,
que sabe escamparla!

¡Ay! -pensé-. ¡Cuántas heces del gremio!
Así, tan de repente: ¡cabalga!
y una voz, como Lázaro, espeta:
"¿Qué te digo?... ¡Levántate y traga!"


XI

"Yo soy ardiente, yo soy morena,
yo soy el símbolo de la pasión;
de ansia de goces mi alma está llena.
¿A mí me buscas?” “No es a ti, no.”

“Mi frente es pálida; mis trenzas, de oro;
puedo brindarte dichas sin fin;
yo de ternura guardo un tesoro.
¿A mí me llamas?” “No; no es a ti.”

“Yo soy un sueño, un imposible,
vano fantasma de niebla y luz;
soy incorpórea, soy intangible;
no puedo amarte.” “¡Oh, ven; ven tú!”

XI

“Yo soy caliente” “Yo soy la perra”
“Yo soy el símbolo de la pasión”
“De ansia de heces mi boca está llena”
“¿A mí me buscas?” “No es a ti, no.”

“Mi frente es fálica; mis trenzas...” “¡Me corro!”
“Puedo brindarte orina sin fin”
“Yo de espesura, un litro sólo”
“¿A mí me llenas?” “No; no es a ti.”

“Yo veo tu coño: es plausible”
“Siempre que escampas te llenas tú”
“Soy hiperzorra, soy tan asible...”
“No hay vida en Marte” “¡Hoy vi Ben-Hur!”

XIV


Te vi un punto, y flotando ante mis ojos
la imagen de tus ojos se quedó,
como la mancha oscura, orlada en fuego,
que flota y ciega si se mira al sol.

Adondequiera que la vista fijo
torno a ver sus pupilas llamear;
mas no te encuentro a ti, que es tu mirada:
unos ojos, los tuyos nada más.

De mi alcoba en el ángulo los miro
desasidos fantásticos lucir;
cuando duermo los siento que se ciernen
de par en par abiertos sobre mí.

Yo sé que hay fuegos fatuos, que en la noche
llevan al caminante a parecer;
yo me siento arrastrado por tus ojos;
pero adónde me arrastran, no lo sé.

XIV
Te vi, puto, y follándote a dos cojos
el glande de otros cojos se enervó.
Cuando la mancha escurra, varada luego,
¿qué importa, perra, si tan putas son?

Adondequiera que se atisba un dildo
torno a ver sus pupilas... ¡y a mear! ;
mas, ¿no te encuentro así como esclatada?
Unos cojos, los tuyos nada más.

De mi falota en el culo los mino
descosido: ¡fantástico ardid!;
cuando duermo, lo siento que se cierren
¡de par en par sobre mí!

Yo sé que hay riegos vacuos, que en la noche
llevan a masturbarse al padecer;
yo me siento saciado por tus cojos
pero, ¿hasta dónde llenan?... no, no. Sed.

XXXII


Pasaba arrolladora en su hermosura,
y el paso le dejé;
ni aun a mirarla me volví, y, no obstante,
algo en mi oído murmuró: “Esa es.”

¿Quién reunió la tarde a la mañana?
Lo ignoro; sólo sé
que una breve noche de verano
se unieron los crepúsculos y… fue.

XXXII
Pasaba una zorra: “¡con polla dura!...”
así la saludé;
ni aun a mirarla me volví y, no dilatante,
“algo me ha dolido”, murmuró; “es la hez.”

“¿Quién reunió semejante escampada?”
“me corro, cállate”
y así fue que una noche de verano
se unieron allí varios culos y... hez.

XLI

Tú eras el huracán, y yo la alta
torre que desafía su poder.
¡Tenías que estrellarte o abatirme…!
¡No pudo ser!

Tú eras el Océano y yo la enhiesta
roca que firme aguarda su vaivén:
¡Tenías que romperte o que arrancarme…!
¡No pudo ser!

XLI
Tú eras, sin más, tan alta
zorra que desafías a joder.
Tenías que reventarte al irte...
¡No tuvo sed!

Tú eres el ¡Oh, qué ano!, y yo la enhiesta
polla que firme aguarda: “vamos, ven.
¿Tenía que romperte o defecarte?...”
¡No tuvo sed!

XLII


Cuando me lo contaron sentí el frío
de una hoja de acero en las entrañas;
me apoyé contra el muro, y un instante
la conciencia perdí de dónde estaba.

Cayó sobre mi espíritu la noche;
en ira y en piedad se anegó el alma…
¡Y entonces comprendí por qué se llora,
y entonces comprendí por qué se mata!

Pasó la nube de dolor…, con pena
logré balbucear breves palabras…
¿Quién me dio la noticia…? Un fiel amigo…
¡Me hacía un gran favor…! Le di las gracias.

XLII
Cuando me la clavaron sentí el frío
de una polla de acero entre mis nalgas;
me apoyé sobre ella, y un instante
la conciencia perdí de dónde estaba.

Cagó sobre mí, in situ, anoche;
-la Isa está en edad de tragarla...-
y entonces comprendí por qué tan zorra,
y entonces comprendí por qué tan guarra.

Pasó la nube de dolor..., con pena
logré balbucear breves palabras...
¿Quién metió su puntita?: un fiel amigo...
¡Me hacía un gran favor!: abrí las nalgas.

XLIV

Como en un libro abierto
leo de tus pupilas en el fondo;
¿a qué fingir el labio
risas que se desmienten con los ojos?
¡Llora! No te avergüences
de confesar que me quisiste un poco.
¡Llora; nadie nos mira!
Ya ves: yo soy un hombre… ¡y también lloro!

XLIV
Como un litro, eh... ¿acierto?;
Creo que tú lo asimilas todo.
¿A qué pedir un rabo
si no habrá quien te llene hasta el fondo?
¡zorra! No te avergüences
de confesar que te tragaste un poco.
¡Zorra; nadie nos mira!
¡pardiez, soy un hombre... y también me corro!

LI


De lo poco de vida que me resta,
diera con gusto mis mejores años
por saber lo que a otros
de mí has hablado.

Y de esta vida mortal…, y de la eterna
lo que me toque, si me toca algo,
por saber lo que a solas
de mí has pensado.

LI
De lo poco de vida que me resta,
diera con gusto mis mejores anos
por saber lo que a otros
de mí has hablado.

Y de esta enrojecida, total, tan tierna...
lo que me toque, si me toca algo,
por saber lo que... ¡zorra,
para mí te has pasado!

LIII

Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán;
pero aquellas que el vuelo refrenaban,
tu hermosura y mi dicha al contemplar;
aquellas que aprendieron nuestros nombres,
ésas… ¡no volverán!

Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde, aún más hermosas,
sus flores abrirán;
pero aquéllas cuajadas de rocío,
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer, como lágrimas del día…,
ésas… ¡no volverán!

Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón, de su profundo sueño
tal vez despertará;
pero mudo y absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido…, desengáñate:
¡así no te querrán!

LIII
Volverán las obscenas mandarinas
en tu calzón los pijos a posar,
y otra vez palanganas y orinales
irán a fornicar;
pero aquellas que el abuelo orinaba,
-¿estás segura? ¿te la vas a tragar?-
aquellas que lamieron hasta el borde,
ésas... ¿no se hartarán?

¿Volverá su estúpida madre a verlas?
De tu orín, las guarras, ¡a tragar!
y otra vez a la tarde, aún más zorras
sus flores abrirán;
pero aquéllas cuajadas de rocío,
cuyas gotas mirábamos tragar
y lamer hasta que escocía,
ésas... ¿no se hartarán?

Volverá el pollón a tus oídos
escampadas ardientes a sonar;
tú, putón, vuelve luego
tal vez dilatarás;
pero empujo y absorbo y de rodillas,
¡como hay dios que me la vas a chupar
como siempre he querido!..., ¡desengánchate
o no te podré llenar!

LVI


Hoy como ayer, mañana como hoy,
y ¡siempre igual!
Un cielo gris, un horizonte eterno,
y ¡andar…, andar!

Moviéndose a compás, como una estúpida
máquina, el corazón;
la torpe inteligencia del cerebro
dormida en un rincón.

El alma, que ambiciona un paraíso,
buscándolo sin fe;
fatiga sin objeto, ola que rueda
ignorando por qué.

Voz incesante con el mismo tono
canta el mismo cantar;
gota de agua monótona que cae
y cae sin cesar.

Así van deslizándose los días,
unos de otros en pos,
hoy lo mismo que ayer…, y todos ellos
sin goce ni dolor.

¡Ay!, a veces me acuerdo suspirando
del antiguo sufrir…
Amargo es el dolor pero siquiera
¡padecer es vivir!

LVI
Hoy como ayer, mañana como hoy,
y ¡siempre igual!
Un falo así, un recipiente lleno,
y ¡tragar..., tragar!

Moviéndose a compás, como una estúpida:
vagina en erupción.
La torpe pregunta si se la meto:
¡pregunta a mi pollón!

La nalga, que ambiciona un buen dildo
buscándolo sin fe;
utiliza este objeto: hola, ¿recuerdas?...
tragándotelo pues.

Voz incesante con el mismo tono
canta el mismo cantar;
gota de semen monótona que cae
y cae sin secar.

Así van deslizándose los días
unos de o... cof, ¡qué tos!
hoy lo mismo que ayer... y todos ellos
sin goce y con dolor.

¡Ay!, a veces me duermo goteando
inútil elixir...
amargo es el dolor pero, ¡ramera!
¿me dejarás dormir?

LXXIX


Una mujer me ha envenenado el alma;
otra mujer me ha envenenado el cuerpo;
ninguna de las dos vino a buscarme;
yo, de ninguna de las dos me quejo.

Como el mundo es redondo, el mundo rueda.
Si mañana, rodando, este veneno
envenena a su vez, ¿por qué acusarme?
¿Puedo dar más de lo que a mí me dieron?

LXXIX
Una mujer me ha reventado las nalgas;
otra mujer me ha reventado el cuerpo;
ninguna de las dos vino a llenarme;
yo, de ninguna de las dos me quejo.

Como el culo es redondo, el culo rueda.
si mañana rodando está lleno,
estará lleno de hez, ¿por qué acusarme?
¡puedo heder más de lo que a mí me hedieron!



(POEMITOS, Pedro Toral Ortiz)

A UN FALO SECO

A UN OLMO SECO

Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.

¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.

No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.

Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.

Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas en alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.


A UN FALO SECO

Al falo viejo, hendido por el callo
y en su mitad podrido
con las putas de atril en plan Tamayo
desperdicio de ojetes florecidos.

¡El falo de urinario en una esquina
que lame el puerco! Un culo amarillento
le mancha la mazorca blanquecina
al coño carcomido y polvoriento.

No será, cual los cáncamos peores
que cuelgan un comino y una perra.
Habituaros a mi falo, señores.

Ejército de amigas con ramera
va trepando por él, ¿y tú te extrañas?.
Degluten lefa a miles, las tacañas.

Antes que te derribe, falo del pueblo,
con sus nalgas el monseñor, y el presbítero
se cubriera la melena de escampada,
lánzame un tarro que ésta ya está llena;
antes me corro... en el tragar, mi hermana,
valga más que una mísera ramera
que le desborda un decalitro;
antes que te descuaje un monaguillo
y tronche el coño cerrajeando nalgas;
antes que mi hijo a lamer te empuje
detalles no me faltan,
falo, quiero anotar en mi cartera
la desgracia de mi hermana cedida.
Mi gran pollón espera
la hez, hasta que tú le des salida,
o yo me haga cargo de la ramera.




(POEMITOS, Pedro Toral Ortiz)

no me RETRACTO

RETRATO

Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla,
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.

Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—,
más recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.

Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.

Adoro la hermosura, y en la moderna estética
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética,
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.

Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.

¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
mi verso, como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.

Converso con el hombre que siempre va conmigo
—quien habla solo espera hablar a Dios un día—;
mi soliloquio es plática con ese buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.

Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.

Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.

no me RETRACTO

Mi infancia son recuerdos de un plato de Nocilla,
y un tuerto vago rondando a Pura, el lisonjero;
mi juventud, veinte años a base de pastillas,
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.

Ni un seductor mañana, ni un bravo edil he sido
-ya conocéis mi tope: ¡al niño, ni tocarlo!-,
mas recibí la verga que me dejó cedido
y lamí otras tantas en el centro hospitalario.

Hay en mis piernas gotas de semen ya cocidas,
pero mi tersa broca de manantial te cedo
y más que un hombre al uso que abusa de vecinas,
soy, en el buen sentido de la palabra, feo.

Adoro la gordura, y entre nalgas esféricas
gozar de viejas fofas que invitan a follar;
mas no amo los empeines de vulgar esquelética,
ni doy mi sable a esas del nuevo gay-tronar.

Desdeño las hogazas de los menores secos
y el coro de los niños que cantan a la puta.
A distinguir me paro las heces de los pedos,
y es mucho lo que hiede: entre la mierda... ¡huya!.

¿Soy clásico o romántico? No sé. Deja que vea
mi verga cómo deja al capitán sin habla;
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el orificio que el gran pollón dejara.

Converso con el hombre que siempre va conmigo
-quien habla solo espera el manicomio un día-;
mi soliloquio es práctica con este buen amigo
que me enseñó el secreto de la pornografía.

Y al Cabo, yo le cedo; ¡debéisme cuatro litros!.
¿A mí, trabajo? ¡al culo!, con mi cerebro vago
te traje lo que pude. ¿Mi pasión? el dildo,
la hez que me alimenta y la leche que me trago.

Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir las nalgas que nunca han de tronar,
me encontraréis absorto, ligero de equipaje,
casi desnudo, como los que vine a follar.




(POEMITOS, Pedro Toral Ortiz)

MICCIÓN ÚLTIMA

CANCIÓN ÚLTIMA



Pintada, no vacía:
pintada está mi casa
del color de las grandes
pasiones y desgracias.


Regresará del llanto
adonde fue llevada
con su desierta mesa
con su ruidosa cama.


Florecerán los besos
sobre las almohadas.
Y en torno de los cuerpos
elevará la sábana
su intensa enredadera
nocturna, perfumada.


El odio se amortigua
detrás de la ventana.


Será la garra suave.


Dejadme la esperanza.



MICCIÓN ÚLTIMA


Llenada, no vacía:
llenada está mi mama
del sabor de los glandes,
manchones y escampadas.


Regresará del antro
adonde fue llevada
con sus nalgas abiertas,
con su boca llenada.


Florecerán sus pechos
sobre polla varada.
Y en torno de su cuerpo
elevará la sábana
una imponente verga
no sólo una: varias.


El semen se aglutina
detrás de la garganta.


Será la guarra, ¿sabes?


¡Dejadme de llenarla!




(POEMITOS, Pedro Toral Ortiz)